Categoría: Etimologías

¿DE DÓNDE VIENE? Verbigracia

EN EL FUTBOL. ¿Qué es un «hat trick»?

PRECISIONES. Lacrimógeno y no «lagrimógeno.

LENGUA EN CORTO. ¡Desaparecen los gigolós!, al menos del DRAE.

LENGUA EN CORTO. El DRAE no se pone brasier, pero sí sujetador o sostén.

DE DÓNDE VIENE. Zaguero

DE DÓNDE VIENE. Gringo, quizá de la modificación de griego.

DE DÓNDE VIENE: obeso

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Por Sergio Embleton Márquez 

La mujer de la izquierda es una modelo de Guy Laroche, afamada marca de ropa, durante una pasarela en París (cf. DeNinno). La de la derecha es Kate Upton, una top model norteamericana que hace poco tiempo fue criticada por Victoria’s Secret y expulsada de su ya tradicional pasarela al considerar que estaba gorda. En palabras de la empresa, Kate Upton ya era «vulgar» (cf. León). Pasa a la primera imagen, la de la modelo del vestido blanco. Parafraseando a Catulo -su poema 86-, quizá a muchos les parezca bella, pero el hecho es que esa mujer está flaca y pálida. Está ojerosa y en los huesos. Se le ven las costillas con toda claridad. Quizá alguno piense que más bien es una ilusión óptica causada por el tono y lo corto del vestido. Habrá pasado frío aquella mujer y por eso se le notan los labios blancos y resecos. Ahora vuelve la mirada hacia Kate. «Kate Upton es gorda, vulgar». ¿Gorda y vulgar de dónde? Por favor, ¿qué mortal le pondría un «pero» a Kate Upton?

El mundo de la moda es salvaje. Las modelos o no comen o llegan incluso a comer pañuelos desechables (¡pañuelos desechables!) unos días antes de la pasarela para mantener su famélica figura. El mundo de la moda es peligroso. Las modelos que quieren destacar ponen en riesgo su salud e integridad para alcanzar la fama y, con suerte, tener una efectiva, aunque efímera, carrera. Muy pocas lo consiguen. Las demás se quedan en el camino. La Moda dice que tener figura de cadáver es bello. Quienes están dentro de la Moda tienen una visión errada y distorsionada de lo estéticamente bello y han establecido un nuevo y horrendo canon de la belleza. Que me disculpen, pero la Venus de Milo no se ve desnutrida o esquelética.  Allá ellos, en fin…

En este momento podrás pensar que a qué viene toda esa palabrería sobre modas y modelos, si ésta es una página acerca de la lengua española. Pues bien, he utilizado de pretexto este tema para hablar acerca de una palabra sinónima de «gordo», tan atrozmente empleada en ese ambiente de blusas y vestidos exóticos que vienen en tallas extrachica, superchica y ultrachica. Al revisar un diccionario de sinónimos y antónimos, puedes encontrar otras palabras que tienen una idea similar a «gordo»: grueso, rollizo, regordete (ésta suena muy graciosa), rechoncho, corpulento o robusto, entre otras. Existe una más: se trata de «obeso» y es sobre la que este escrito se trata.

Para entender qué quiere decir con exactitud esta palabra, tenemos que ir a las fuentes. Primero vamos a ver qué nos dice el DRAE: «obeso, sa. adj. Dicho de una persona: Excesivamente gorda». Vale, como un primer acercamiento está muy bien; pero ahora vamos más allá, hasta su primer origen, a su etimología. «Obeso» es una palabra de origen latino (obesus). Es el participio pasado de la voz pasiva del verbo obedĕre, que de acuerdo con el A New Latin Dictionary, significa «to eat, eat away, devour», pero también «wasted away, lean, meagre» y finalmente, con otro sentido, «fat».

Oh, sorpresa. Obeso= devorado, consumido, sin grasa.

Los romanos utilizaban esta palabra con un significado diametralmente opuesto al nuestro hoy en día. No bastando con lo que nos dice el diccionario, vamos ahora a ver su uso en la literatura latina, la fuente más directa que existe. Tomaremos como ejemplo al fabuloso escritor romano Aulo Gelio (s. II d.C.). En su única obra conservada, Noches áticas, se encuentra un interesante capítulo, en su libro decimonoveno, intitulado «Qué es obesus». La historia narrada en ese capítulo es -palabras más, palabras menos- de este modo: Gelio, como era su costumbre, se encuentra con unos amigos muy eruditos y se va a comer con ellos. Al calor del ambiente comentan acerca del uso de las palabras en algunos autores antiguos. El amigo que los invitó a su casa, el poeta Julio Paulo, les muestra unos versos de una obra del escritor Levio intitulada Alcestes. Ya de regreso a sus hogares, Gelio y sus amigos iban recordando aquellos versos de Levio que decían:

Corpore […] pectoreque undique obeso

ac mente exsensa […]

(Aulo Gelio, 1824: 982)

(«Con el cuerpo […] y el pecho devorados (obesus) por doquier

y la mente fuera de sí […]»)

 Luego de la cita, Gelio comenta algo muy interesante en relación con este pasaje del Alcestes: «Nos damos cuenta de que aquí obesus, de una forma más correcta que usual, se ha dicho por flaco y delgado». Y en seguida escribe: «además, el pueblo, ἀκύρως (de manera incorrecta) o más bien κατὰ ἀντίφρασιν (por su contrario), dice obesus por gordo y grueso». Este texto es un testimonio notable acerca de la evolución de la palabra. Vemos con este ejemplo que las palabras pueden variar de sentido de acuerdo con los diferentes ámbitos de uso. Tenemos el uso que podría denominarse propio o acaso culto y el uso cotidiano. En algún momento, seguramente anterior a la época de Aulo Gelio, obesus empezó a utilizarse para expresar algo distinto de su significado original. Al final terminó por imponerse, debido al uso de los hablantes, el nuevo sentido de gordo». Asunto bastante curioso, ¿no?

Ahora, regresa a las dos modelos del principio. En definitiva, Kate Upton queda exenta de este calificativo, pero la otra modelo, considerando lo expuesto en las Noches áticas (argumento de autoridad), sin duda tendría que ser llamada «obesa». Qué paradoja. Después de haber leído lo que apuntó el gran Aulo Gelio y lo que los diccionarios etimológicos dicen, lo único que puede uno concluir es esto: qué estúpidos son los que establecen los enfermos cánones estéticos de la moda. Censuran y reprueban a las modelos obesas a sus ojos, pero siguen eligiendo modelos obesas.

Obesas hechas a la antigua: eligen a las flacas.

Sergio Embleton Márquez (México, D.F., 1990). Egresado de la Licenciatura en guitarra en el Conservatorio Nacional de Música y estudiante del último año de la Licenciatura en Letras Clásicas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente, es profesor adjunto de la cátedra de Latín VII en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Fuentes:

Aulo Gelio. Auli Gelli Noctes Atticae ex editione Jacobi Gronovii cum notis et interpretatione in usum Delphini variis lectionibus notis variorum recensu editionum et codicum et indice locupletissimo accurate recensitae. Vol. 2. Londres: A. J. Valpy, 1824.

Le Notti Attiche di Aulo Gellio. Turín: Unione Tipografico-Editrice Torinense, 1992.

Noches áticas IV. Trad. Amparo Gaos Schmidt. México: UNAM, 2012.

DeNinno, Nadine. Vogue Editor Says Models Think It’s OK To Faint From Food Deprivation, Eat Tissues And Go On Hospital Drips To Be ‘Paris-Thin’. 28 de septiembre de 2013. http://goo.gl/NdN5sj

Ernout, Alfred y Alfred Meillet. Dictionnaire étymologique de la langue latine. Histoire des mots. París: Librairie C. Klincksieck, 1951.

León, Lourdes. Rechazadas por gordas y por su piel. 28 de septiembre de 2013. http://goo.gl/WXHHzl

LEWIS, Charlton y Charles Short. A New Latin Dictionary. Oxford: The Clarendon Press, 1891.

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario de la lengua española. Madrid: Espasa Calpe, 2001.

DE DÓNDE VIENE: agenda

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Por Sergio Embleton Márquez

Hago mal en encomendar a la memoria mis pendientes. A veces se me olvida lo que tengo que hacer: tareas, citas, compromisos o cumpleaños. Mi memoria me ha traicionado incontables veces. Siempre me dicen «¿por qué mejor no te compras una agenda para apuntar todas esas cosas? Así sabrás bien qué hacer». ¿Qué? ¿Comprarme una libretita para anotar mis actividades? Apuesto a que también se me olvidaría llevármela. Agenda, agenda… ¿Por qué esa libretita se llama agenda?

Como soy curioso, me puse a investigar acerca de esa palabra. Primero traté de analizarla por mí mismo: sin duda, se trata de una palabra de origen latino (parece que descubrí el agua tibia). En efecto, es una palabra latina; para ser más específicos, un verbo. «Agenda» viene del verbo agěre, que significa en un principio «to put in motion, to move», pero también, en un sentido más general, «to do, act, labor», de acuerdo con el A New Latin Dictionary de Lewis y Short. Ahora bien, «agenda» es una forma del verbo latino denominada gerundivo. El gerundivo es un adjetivo verbal que expresa una noción de obligación y futuridad (cf. Menge: 730-31). «Agenda» es una palabra de género neutro y está en plural. Esta forma verbal puede ser traducida de varias formas:

  • Las cosas que deben ser hechas
  • Las cosas que deben hacerse
  • Las cosas que han de hacerse
  • Las cosas que se han de hacer
  • Las cosas que han de ser hechas

O más fácilmente:

  • Lo que hay que hacer.

En este punto, creí que mi análisis tenía cierta lógica.

Finalmente, después de mis análisis y elucubraciones, decidí ir al Diccionario de la lengua española de la RAE a revisar la entrada de este vocablo. Leí esto: «agenda (Del lat. agenda, cosas que se han de hacer). f. Libro o cuaderno en que se apunta, para no olvidarlo, aquello que se ha de hacer». Vaya, no estaba errado. Ahora, el porqué del nombre de aquella libretita cobraba mucho sentido. Todo el sentido. Me han estado recomendando una solución para mis olvidos. La agenda, desde su nombre mismo, me está diciendo que ella recordaría mejor que yo qué tanto tengo que hacer. Necio de mí por no hacer caso y comprarme una para no seguir olvidando mis pendientes.

Sergio Embleton Márquez (México, D.F., 1990). Egresado de la Licenciatura en guitarra en el Conservatorio Nacional de Música y estudiante del último año de la Licenciatura en Letras Clásicas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente, es profesor adjunto de la cátedra de Latín VII en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Bibliografía:

Lewis, Charlton y Charles Short. A New Latin Dictionary. Oxford: The Clarendon Press, 1891.

Menge, Hermann. Lehrbuch der lateinischen Syntax und Semantik. Darmstadt: WGB (Wissenschaftliche Buchgesellschaft), 2009.

Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. Madrid: Espasa Calpe, 2001.

BARBAJANERÍAS: Etimología de albur